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viernes, 12 de septiembre de 2014

Los orígenes.

    ¡Hola a todos!

    Todo tiene un origen, ¿no es así? Pues mis orígenes en esto del recreacionismo fueron la Roma Clásica. Una amiga me habló de un grupo de chicos que habían decidido crear un grupo de recreación histórica basado en la antigua Roma y me invitó a unirme. Y como no hace falta que me hagan palmas para salir bailando, pues allá que me enrolé. Dicho grupo es la LEGIO I VERNACVULA.


    Este grupo está centrado básicamente en la recreación de tácticas militares, quedando la parte civil prácticamente olvidada. Y como a mí lo militar no me tira mucho, en pocas actividades he participado con ellos. A continuación os dejo algunas fotos de varios eventos a los que asistí.





    No sé como me las arreglé, pero el primer vestuario que me hice más parecía griego que romano. La túnica corta, el manto pequeño, las sandalias, una corona de ramas de olivo que llevaba en la cabeza, la barba... Vamos que me documenté bien, por las narices. Para la visita a Mérida sí me confeccioné algo más apropiado, un subligáculum, una subúcula, una túnica más larga y sin mangas ni pliegues en los hombros y una toga que me envolvía completamente. Como no soy muy dado a hacerme fotos, apenas hay testimonio gráfico de dichos atuendos (esa es mi suerte). 

    ¡Un saludo!

    Pedrete Trigos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Indumentaria civil en la antigua Grecia.

    La Indumentaria en la Antigua Grecia constaba básicamente de dos piezas, el Quitón y el Himatión.

El quitón.



    El quitón (en griego χιτών) era una especie de túnica llevada tanto por los hombres como por las mujeres. En primer lugar fue confeccionado en lana en los períodos más antiguos, siendo fabricado a continuación en lino. Ganando entonces  amplitud para llevarse ceñido con un cinturón. En los hombres podía cubrir la pierna hasta mitad del muslo o descender hasta el pie. También podía adornarse con dibujos geométricos para los días festivos.

    La túnica o quitón sufrió muchas variaciones siendo una de ellas el exomis, propio de obreros o esclavos que dejaba al descubierto el hombro derecho con todo el brazo. Asimismo, la túnica larga, propia de nobles, de filósofos y de mujeres y el diploide o doble quitón, formado por una túnica larguísima que se redoblaba hacia la cintura.

    Dichas piezas se hacían de lino, de lana o de biso y más delante de seda y se adornaban con franjas a modo de galones y con otros bordados, siempre con sobriedad y buen gusto, dando preferencia a los colores blanco y verde.

    Las mujeres lo llevaban largo, se habla a veces de quitón jónico. Con la aparición del lino, sustituye progresivamente al peplo del que se diferencia en que no vuelve a caer en pliegues sobre el pecho y se lleva ahuecado sobre la cintura gracias a un cinturón. El peplo (del latín peplum, a su vez del griego πέπλος) era una pieza rectangular de grandes pliegues (véase las cariátides del Erecteión) doblada en dos para cubrir el cuerpo y luego cosida con el fin de formar una especie de tubo cilíndrico donde la parte superior desciende sobre el pecho (y, a veces, también sobre los hombros). Las dos mitades de la tela son unidas por un alfiler sobre cada hombro. El peplo se ciñe a la cintura por un cinturón.

    Se confecciona con un tejido pesado (lana por lo general). Se ataba a los hombros mediante una fíbula. Podía ser totalmente abierto por uno de los lados o cerrado con costura y era siempre más largo que la altura de la mujer que lo llevaba. Se llevaba a veces con una pequeña capa en la misma tela. Cada año, en la fiesta de las Panateneas, se ofrecía a Atenea un peplo bordado.

    El peplo desaparece progresivamente con la aparición del lino que permite la confección de prendas de vestir más amplias y más flexibles para ser sustituido por el quitón.

El himatión.



    El himatión, consistía en una especie de manto rectangular que se echaba sobre el hombro izquierdo y se recogía por el lado opuesto, dejando ordinariamente libre en sus movimientos el brazo de esta parte; y cuando se iba de viaje o de guerra se cambiaba el himatión por la clámide, capa rectangular en tres de sus lados y algo circular en la parte que rodeaba el cuello, más corta que el manto y abrochada con fíbula sobre el hombro derecho.

   Cuando el himatión se llevaba sólo (sin quitón) y servía tanto como quitón y como manto, se le llamaba aquitón.

    Al final de la República romana el himatión era el manto habitual de los romanos, ya que era más práctico que la pesada y voluminosa toga, y le dieron el nombre de palio.

    El himatión continuó usándose en la época bizantina, sobre todo como vestimenta iconográfica de Cristo y otras figuras bíblicas, aunque parece que todavía se usaba en la vida real, sobre todo por hombres mayores con un estatus relativamente bajo.

La clámide.


    Era en esencia un rectángulo de proporciones 2x1 aproximadamente, con un largo aproximado de la altura de su portador. Estaba hecho de lana fina y solía llevar una franja de color adornando los lados menores. Se usaba en la estación cálida por los soldados jóvenes, como prenda única, a excepción de las sandalias, y ceñida con una fíbula generalmente sobre el hombro derecho aunque hay documentación que sitúa la fíbula en el hombro izquierdo, la base del cuello e incluso sobre la espalda. El hecho de ser una prenda tan ligera sobre el cuerpo desnudo hace que algunos historiadores la crean más conveniente únicamente para el estadio, teorizando que en situaciones de campaña se llevaría con una túnica debajo.

    Posteriormente la clámide fue adoptada por los romanos y acabó derivando en el paludamentum que se vestía sobre la coraza por los mandos militares.

    La clámide tuvo continuidad en el período bizantino, siendo a menudo mucho más grande, llevada de lado con un cierre en el hombro, y casi alcanzaba el suelo por delante y por detrás.

Calzado.



    Para el calzado (que ordinariamente, no se usaba dentro de casa) se servían de la crépida, un calzado que fue importado a Roma en el siglo III y a Hispania durante la época imperial. Consistía en un zapato llano que se ataba con correas por encima del pie. Los primeros que mencionan la crépida son Hipócrates, refiriéndose a un calzado recio y forrado que usaba la gente del campo; Jenofonte, que dice que era de cuero y Sófocles, según el cual lo usaban los actores. No es de extrañar las discrepancias entre éstas y otras opiniones puesto que la crépida, con formas distintas, se usó durante más de diez siglos. En los vasos pintados con figuras rojas de estilo severo y, en general, en todos los monumentos del siglo V aparece la crépida formada por una suela que sigue la forma de la planta del pie y a la que van sujetas unas correas que protegen el talón, teniendo otra que cruza por entre los dedos, cuyos extremos quedan libres y otras que enlazan sobre el empeine, pero de un modo sencillo semejante a la solea.

    Otra crépida, usada por los griegos, y especialmente por las mujeres, como calzado elegante y cómodo, se componía de una suela delgada y flexible a la que se adaptaba un trozo de cuero recortado o calado que formaba una malla sobre el pie.

    De los monumentos figurados en que aparece representada la crépida, el más importante es el pie del Hermes de Praxíteles encontrado en Olimpia y en que los dedos aparecen libres y el pie cubierto por entrelazado de correas doradas que sujetan sus extremos al reborde de la suela, teniendo sobre el empeine un adorno en forma de hoja que servía para que las correas allí sujetas no lastimaran la carne. Semejante a ésta se ven otras crépidas en algunos monumentos, entre ellos la Diana, que existe en el Museo del Louvre.

    Los vasos de figuras rojas pertenecientes al siglo IV representan a los efebos griegos con unas crépidas de entrelazado más espeso y más alto, puesto que sube hasta el nacimiento de la pantorrilla, parecida a las soleas que caza Triptólemo en el bajo-relieve de Eleusis.

    Los macedonios usaron este calzado, que formaba parte del traje nacional, guarnecido de clavos, lo mismo que los sirios, que lo emplearon en su ejército hasta el siglo II antes de Cristo. En Grecia se adornaba con gran lujo y Partenios habla de un llamado Janto, de Mileto, que había derrochado la plata en las crépidas de sus esclavos.

    En el Museo Arqueológico Nacional de España se guarda un pie de una estatua, encontrado en Osuna en 1876, cuya crépida tiene adornos bordados en una pieza que resguarda el empeine.

    En un principio los romanos rechazaron el uso de la crépida, por no creerla digna de la severidad nacional. Los enemigos de Escipión el Africano, cuando éste estuvo en España, le censuraron por presentarse en público con crépidas y palio a la moda griega, pero en la época imperial fue adoptada por los mismos emperadores. Los soldados romanos usaron la crépida carbatina que viene a ser la abarca de los montañeses españoles e italianos.


Sombreros.



    Solían ir los griegos con la cabeza descubierta pero cuando era necesario resguardarla de la intemperie, llevaban el píleo, gorro semiovoideo de piel o la mitra a modo de turbante oriental o el pétaso un sombrero redondo con borde ancho y llano.

    El píleo (del latín pileus pilleus or pilleum) era en la Antigua Grecia (donde era llamado πῖλος) y en la Antigua Roma, un sombrero de fieltro, en parte similar a un fez. El pilleolus era un sombrero más pequeño similar a un solideo. Podía estar fabricado en fieltro o cuero. Los píleos servían para identificar muchas veces a los Dioscuros, Cástor y Pólux en esculturas, bajorrelieves y pinturas de vasos; sus gorros fueron descritos ya en la antigüedad como los restos de los huevos de los que nacieron. 

    El píleo estaba especialmente asociado con la manumisión del esclavo que lo llevaba a partir de su liberación. En las provincias occidentales del Imperio romano vino a significar la libertad y su logro, y quizás por ello fuera confundido con el gorro frigio. Volviéndose por tanto un símbolo de libertad, especialmente en los siglos XVIII y XIX en los que aparecía frecuentemente en estatuas y motivos héraldicos, conocido como gorro de la libertad o gorro frigio, barretina.

    Los píleos aparecen también en figuras votivas de chicos en el santuario de los Cabiros en Tebas, el Kabeirion. En tiempos de Guerra el píleo era también utilizado por la infantería ligera peltasta, junto con el exomis. Los hoplitas lo llevaban en ocasiones bajo el casco, pero antes del siglo V a. C. generalmente preferían no llevar casco junto al gorro por razones de movilidad. El casco píleo se fabricaba con la misma forma que el gorro original. Probablemente procedentes de Laconia, estaban hechos de bronce. El casco píleo fue extensivamente adoptado por el ejército espartano en el siglo V a. C., y utilizado por la infantería espartana hasta el final de la Antigüedad clásica.

    El pétaso o petaso (griego πέτασος, pétasos) es un sombrero redondo con borde ancho, llano y alado, es uno de los atributos del dios Hermes, protector de los efebos.

    Los antiguos griegos pensaban que era de origen tesalio. Era llevado a la vez que la clámide, por los efebos en el gimnasio. De él nació la expresión idioma griego ὑπὸ πέτασον ἄγειν, utilizada por la Septuaginta (2 Macabeos 4, 12), literalmente «llevar bajo el pétaso», es decir «conducir al gimnasio».

    Fuentes: El Siglo de las Luces.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Vivir al límite.

    ¡Hola a todos!

    Tendemos a pensar que nuestros antepasados eran todos gente seria, formal y grabe. Pero como podemos observar en la siguiente fotografía, a algunos también les gustaba vivir al límite. ¡Qué osados!


¡Feliz semana!


viernes, 5 de septiembre de 2014

Banquete real.

    ¡Hola a todos!

    Pensaba que este era el menú que se sirvió en el banquete de bodas, pero no, se trata de otro banquete que también tuvo lugar para festejar la boda real. Como aún así me parece una nota curiosa, he decidido incluirlo. Aunque me sigue pareciendo un disparate este tipo de notas en un blog que pretende hablar sobre moda histórica.



DINER DE LL. MM.
Du 27 Janvier 1878

POTAGES
Marie Louise
Tortue à l’Anglaise
VINS: Xéxès

HORS-DÒEUVRES
Petits pâtès varies

RELEVEÉS
Truites sau,onnées a la Chambord
Jambons dÝork printanière
VINS
Chát d’Yquem, Margaux.

ENTRÉES
Cótelettes dágneau á la Maintenon
Poulardes à la Toulouse
Filets de soles à la d’Orleans
Cailles à la Bohémienne
VINS
Clos Vougeot Marcolrum

PUNCH GLACE

LÉGUMES
Asperges nouvelles Sce. Hollandaise

ROTS
Faisans du Cause flanqués de mauviettes
Pàtés de foie-gras de Strasbourg
VINS
Möet & Chandon

ENTREMETS
Timbales de fruits a l’Infante
Napolitains histories à la Chantilly
VINS
Malvasia

DESSERTS & GLACES

    Y a partir de ahora seriedad, señores. ¡Seriedad!

    ¡Un saludo!

    Pedrete Trigos.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Las cuentas claras.

    ¡Hola a todos!

    En vista del éxito de la anterior entrada, la cual se ha situado en una semana en el quinto puesto de popularidad en este blog, aquí os traigo de nuevo una entrada dedicada a distintas curiosidades. En este caso volvemos a extraer un apunte del libro de Ana de Sagrera "La Reina Mercedes". En esta ocasión veremos con qué escrúpulo la Reina anotaba todos y cada uno de sus gastos:


    La cantidad que gastó la Soberana en los cinco meses que estuvo en el trono fue de sesenta y seis mil setecientos sesenta (66.760) reales. De ello repartió en limosnas exactamente 34.360; el resto fueron regalos al Rey, a su hermana Cristina y compras de cuadros en Exposiciones, en un total de 9.340 reales; en telas de traje, botas blancas, arreglo de alhajas, enaguas, delantales y sombrillas, gastó 12.616 reales, y el resto, o sea 10.740 reales, en menudencias, incluso en el lavado mensual de ropa. Miremos al azar el mes de febrero:

Recibido: 83.332 Reales.
Existencia anterior: 14.000 Reales.

Febrero de 1878

A unas Hermanas de la Caridad: 3.000 Reales.
M. Taix por su estancia aquí y sus peinados: 1.000 Reales.
A la peluquera de Madrid por los de Aranjuez: 600 Reales.
Rizos y redecillas: 296 Reales.
Lavandera: 412 Reales.
Libro de misa, 90; compostura abanicos, 80, sellos, 28, TOTAL: 198 Reales.
Cepillos y peines: 187, papel, cintas, etc: 256, ídem, 209 TOTAL: 652 Reales.
Dos cabretillas para pintar abanicos 162 Reales.
Libro de cuentas y sobres blancos 51 Reales.
Componer el velo de boda 300 Reales.
Un velete de encaje blanco 600 Reales.
Petacas y fosforeras 181 Reales.
A una pobre 400 Reales.
Lavandera 72 Reales.

TOTAL: 7.924 Reales.
Existencia: 97.332 Reales.

Salida: 7.924 Reales.
Existencia: 89.308 Reales.

lunes, 1 de septiembre de 2014

El trousseau de la reina Mercedes.

    ¡Hola a todos!

    Tenía pensado tratar solamente en este blog, sobre la moda española de los siglos XVI y XVII, pero nuevamente vuelvo a tratar sobre otra época. En esta ocasión nos trasladamos al año 1877, en el que se confecciona el ajuar de la malograda reina Dª María de las Mercedes de Orleans. Ayer, comentando una entrada en el blog de Anacrónicos, referí que en la maravillosa biografía que redactara Ana de Sagrera en 1951, se recogía el trousseau de esta sevillana ilustre. A continuación os dejo una copia de dicho listado de prendas y su correspondiente precio:


    "La ropa interior se hizo en España, aunque algunas telas procedían del extranjero (hilos de Irlanda, batistas de Holanda, encajes de Francia), pero eran manos españolas las que cosían y bordaban. Obreras madrileñas bordaron cuidadosamente en los pañuelos la corona real, debajo de la cual llevaba el anagrama de las dos iniciales superpuestas; he aquí una relación de parte del trousseau con los precios, que hoy resultan tan curiosos de releer y comparar.

Seis docenas de camisas de hilo fino, con entredoses, tiras bordas y valenciennes: 3.420 pts.
Tres docenas de camisones de hilo para dormir, con entredoses: 2.520 pts.
Cuatro docenas de pantalones, con entredoses y tiras bordadas: 1.620 pts.
Media docena de chambras, con tiras bordadas: 300 pts.
Tres docenas de enaguas para vestidos de cola, media cola y redondas por abajo: 3.210 pts.
Media docena de enaguas de franela festoneadas: 300 pts.
Siete docenas de pañuelos finos (una de ellas de punto de Alençon): 1.740 pts.
Una docena de peinadores grandes bordados: 1.200 pts.
Una docena de juegos y mangas de batista: 120 pts.
Ocho gorros de cama (dos de ellos de valencienne, con cintas): 130 pts.
Una docena de cuerpos escotados, bordados o con valenciennes: 290 pts.
Seis docenas de medias: dos de hilo escocés, dos de algodón, unas caladas y una de seda: 780 pts.

   La mayoría de los trajes fueron hechos por Presentación Cervera de Sánchez, la más famosa modista de su tiempo, y el trousseau fue confeccionado por El Louvre. He aquí una relación de los trajes:

Traje de novia regalado por S. M. el Rey, con su velo de encaje de Alençon, pañuelo y abanicos con las armas en el mismo encaje: 32.545,80 pts.
(Los demás vestidos fueron regalo de los duques).
Vestido de Corte, rosa, con encajes de plata, manto y abrigo igual: 12.000 pts.
Vestido de Corte, amarillo, manto con guarniciones de terciopelo, abrigo, zapatos*, adornos y abanico: 3.000 pts.
Vestido de soirée azul con manto de encaje de chantilly blanco: 10.000 pts.
Traje de terciopelo azul con pieles, abrigo, manguito, dos sombreros y botas: 6.000 pts.
Vestido de tul blanco con flores: 3.000 pts.
Vestido de calle con túnica de terciopelo: 1.500 pts.
Vestido de calle color Habana: 600 pts.
Traje de seda negro (hecho en Sevilla), con encajes de chantilly: 1.300 pts.
Dos trajes de soirée; uno rosa y otro blanco: 1.000 pts.
Traje verde, tela de rayas: 400 pts.
Traje de calle, seda y lazos en gris: 300 pts.
Traje de viaje, con abrigo y sombrero: 485 pts.
Traje de maja hecho en Sevilla: 1.000 pts.
Traje de amazona completo, con abrigo y sombrero: 600 pts.
Traje de cazar: 275 pts.

    Siguen en la relación seis chales, una capa de torero, una salida de teatro, un abrigo de pieles de petit grif, tres velos, cuatro batas con sus zapatillas, dos gabanes de muletón, cuatro abanicos de varillaje de plata con flores de lis y otros ocho fabricados por Boch, regalados por D. Alfonso".

*Los zapatos no tenían tacón, sólo una ligera chapa, para que la Reina no resultase más alta que el Rey, ya que eran de la misma estatura.