¡Hola a todos!
Ya estoy aquí de nuevo. Hoy vamos
a hablar de lo importante que es dar el
tipo. Hasta prácticamente mediados del siglo XIX no se empezó a popularizar
la fotografía, por lo que hasta esa fecha nos tenemos que conformar con
grabados, dibujos y pinturas para analizar el físico
de antaño.
"La Monstrua vestida y la Monstrua desnuda".
Juan Carreño de Miranda. 1680
¿Os acordáis de aquel anuncio de
Coca-Cola en el que se decía: “para los bajos, para los altos, para los gordos,
para los flacos, para los guapos, para los feos…”? Pues bien, quiero decir con
esto que toda la vida han existido gentes de todos los tipos, tamaños y
espesores. Es más, en épocas pretéritas dónde la malnutrición y la desnutrición
campaban a sus anchas, era habitual que entre la “gente bien” predominaran las carnes
ampulosas, mientras que el pueblo estaba casi en los huesos.
Uno de los factores que nos
acerca a la reproducción de vestuario de época es el lujo y la riqueza de
algunas modas pasadas. La profusión de detalles del vestuario barroco, rococó o
victoriano, no tienen parangón. Pocos pueden escapar a la sutileza de una seda
brocada de Lyon o un espolín valenciano. La delicadeza de un encaje de
Valençiens o Alençon. Lo intricado del plisado de un polisón victoriano… ¡O la
gallardía de un uniforme de Húsar!
Y aunque como ya he mencionado,
siempre han existido las “curvas”, en la pintura antigua se tendía a idealizar
la figura humana. Son muchos los pintores que han pasado a la historia por
retratar a sus aburguesados clientes con unas figuras y rostros envidiables.
Ellas con cinturas de avispa, pieles color marfil y rostros perfectamente ovalados.
Ellos, altos, fuertes y gallardos. Aunque en realidad no fueran así ni en
sueños… Por suerte en nuestro Siglo de
Oro, pintores como Velázquez o Carreño de Miranda, sí pintaron
personajes reales con su aspecto real. Pero en muchos casos los encontramos tan
feos que nos espantan.
Como también he comentado
anteriormente, muchas veces nos acercamos al recreacionismo buscando lo que no encontramos en nuestra insípida
moda actual. Y es mucho el público que tiende a querer vestirse con los más
ricos y exóticos tejidos y diseños. En muchos casos el factor precio es algo que nos coarta muchísimo a la hora de reproducir fielmente el vestuario antiguo. Por lo que llego a la conclusión siguiente: ¿No sería más sencillo y factible vestirnos de personajes populares con tejidos sencillos y menos adornos, mucho más acorde con nuestro presupuesto? Yo creo que sí. Pero si nos empeñamos en reencarnarnos en Marie Antoinette le pese a quien le pese, hagámoslo con la mayor dignidad posible. La recreación de vestuario antiguo no es lo mismo que acudir a una fiesta de disfraces donde todo vale.
Los complementos así como el peinado o el maquillaje también son fundamentales. Estudie todo lo más que pueda los retratos antiguos, eso le ayudará a recrear fielmente los tipos de antaño. La pose es también muy importante. Métase dentro del personaje que está recreando, trate de reproducir las maneras, los modales de su personaje. ¡Interprete!
Los complementos así como el peinado o el maquillaje también son fundamentales. Estudie todo lo más que pueda los retratos antiguos, eso le ayudará a recrear fielmente los tipos de antaño. La pose es también muy importante. Métase dentro del personaje que está recreando, trate de reproducir las maneras, los modales de su personaje. ¡Interprete!
Pedrete Trigos.