Gorguera, pieza indumentaria a modo de pañuelo fino
ya en desuso que cubría el cuello o el escote. La gorguera consistió
en su origen en una especie de pañoleta de tela muy fina, siempre
blanca y por lo común transparente con que las damas se cubrían el escote.
Retrato de la emperatriz Isabel
de Portugal realizado por Tiziano en 1548. En este cuadro, la reina viste una
gorguera alta con lechugilla.
La gorguera comenzó a usarse en
el siglo XIV, confundiéndose casi con las tocas, pues cubren todo el cuello
hasta el nacimiento del pelo unidas al tocado y perfilando la barbilla. En el siglo
XV se usaron unas que dejaban al descubierto todo el cuello e incluso
parte del pecho, de gasa muy fina que transparentaba las formas y el color de
la piel con pliegues menudos en el borde superior, que solía ceñirse por medio
de una cadenilla de oro. Para confeccionar estas gorgueras se empleaba muselina muy
fina de Oriente a veces recamada con algún dibujo pequeño de florecillas o
puntos de oro. Estas gorgueras estuvieron de moda mientras se usó el corsé o corpiño abierto
estando en vigor hasta mediados del siglo XV. Por esta época, disminuyó el
escote y entonces la gorguera sólo sobresalía unos cuatro dedos, iba bordada
con hilo negro o hilillo de oro y llevaba por guarnición un cuello que poco a
poco se fue haciendo más alto y lujoso.
A finales del siglo XV,
estuvieron de moda las gorgueras sembradas de perlas y en casi todas, el
motivo de adorno más usual era una cuadrícula de hilos de oro y seda con bullones en los huecos. Como se puede apreciar, el uso que se le daba a
la gorguera era el de cuello de camisa.
Desde comienzos del siglo
XVI, la gorguera adquirió suma importancia pues tomó una forma especial y
típica de cuello rizado o escarolado, pasando a denominarse cuello o lechuguilla y su uso se extendió a
los caballeros, pasando a denominarse gola. Para empezar debemos saber que el
término cuello, como tal, sólo aparece escrito en los textos
a inicios del siglo XVII, y que este vocablo hacía referencia a los cuellos
de lechuguilla que lucían los cortesanos. Dicho cuello de lechuguilla, de origen español, procedió del
pequeño reborde (rizado o plegado) que se colocó en los escotes de las camisas y de las gorgueras a mediados del siglo XVI.
Estos pequeños adornos fueron aumentando de tamaño y acabaron por
independizarse del resto de la prenda. En tiempos de Felipe II, la influencia de las modas flamencas trajo a
España las golas grandes como lo demuestran algunos retratos de personajes de la época. En este tiempo, el uso de la gola fue constante pues las llevaron los
caballeros, incluso con las armaduras de corte. En España, hasta Felipe
III, la gola habitual era pequeña, sobresaliendo del cuello alto y
cerrado del cuerpo del vestido en las mujeres y del jubón en los hombres y
la formaban una, dos y hasta tres tiras encañonadas. Generalmente, este cuello
se combinaba con los puños siendo ambos de color blanco.
La infanta Isabel Clara Eugenia retratada por Juan Pantoja de la Cruz en 1599. Luce un cuello de gola amplio y realizado en encaje.
La lechuguilla se confeccionaba,
con lienzo o tela de Holanda, formando unas ondas que la asemejaban a las
hojas de las lechugas rizadas, se azulaban con unos polvos (no sabemos de qué
tipo) carísimos que venían de las colonias de Ultramar y, cuando su tamaño se
agrandó, se almidonaba. A cada pliegue se le denominó abanillo o abanico. En cada extremo había unos
cordeles trenzados puestos de tal modo que al tirar de ellos se conseguía
juntar los abanillos y al soltar se aflojaban. Por los años 70 la tira se
ensancha y se bordea con encajes.
La moda fue imponiendo un aumento
del diámetro hasta extremos exagerados, teniendo que utilizarse, por los años
noventa del siglo XVI, un alzacuello como soporte: sería una arandela,
seguramente de cartón forrado de tela, con el borde dentado o liso. Estos
bordes se llegaron a decorar con zarcillos. También se usaron pequeños hilos o
alambres cuya colocación se desconoce. Los abanillos se decoraron con randas.
Fue en el último tercio del siglo
XVI y primero del XVII cuando la gola adquirió su mayor desarrollo,
llegando a adquirir incluso una forma exagerada de gran abanico en las mujeres
siendo cuando el lujo de los encajes le confirió mayor valor. Además,
vino a tomar una forma como de marco del rostro por su parte inferior y se levantó
por detrás desmesuradamente hasta quedar oblicua con respecto a la cabeza.
En tiempos de Felipe IV, las
leyes suntuarias prohibieron el uso del encaje y el exceso de lujo en la
vestimenta, adoptándose una gola pequeña y armada a modo de tabla lisa con dos
picos que más tarde caracterizaría a los alguaciles, por lo que se
denominaron golillas.
También se denomina gola a la
pieza de la armadura antigua que se ponía sobre el peto para cubrir y
defender la garganta. Esta pieza del arnés guerrero, destinada a defender en un
principio no solo el cuello sino también la barba y toda la parte posterior de
la cabeza que dejaba al descubierto el bacinete, empezó a usarse a finales
del siglo XIII. Pero esta defensa es una variante del capuchón de mallas
que se ve en varios monumentos, entre ellos, alguno español, como cierto
bajorrelieve del monasterio de
Santo Domingo de Silos, anterior a aquella fecha, donde aparecen
representados unos guerreros vestidos de cota de cuero con placas metálicas,
que llevan como parte de la misma cota un capuchón análogo a la indicada gola
e, incluso, mayor, pues le cubre la boca.
Como nota complementaria se podría añadir que a comienzos del siglo XIX se vuelven a poner de moda las gorgueras como remate de las chemisettes. Con la particularidad de que ya no se almidonan los volantes. Estas nuevas gorgueras están de moda hasta los años 20 de dicha centuria, dando paso a los cuellos de esclavina de los años 30. Estos ya se lucen a la manera de las valonas del siglo XVII: caídos sobre los hombros. A lo largo del siglo XX, tan proclive a los revivals, han estado más o menos de moda o se han añadido a diferentes cuellos de camisas y vestidos femeninos.
Como nota complementaria se podría añadir que a comienzos del siglo XIX se vuelven a poner de moda las gorgueras como remate de las chemisettes. Con la particularidad de que ya no se almidonan los volantes. Estas nuevas gorgueras están de moda hasta los años 20 de dicha centuria, dando paso a los cuellos de esclavina de los años 30. Estos ya se lucen a la manera de las valonas del siglo XVII: caídos sobre los hombros. A lo largo del siglo XX, tan proclive a los revivals, han estado más o menos de moda o se han añadido a diferentes cuellos de camisas y vestidos femeninos.
Fuentes: Wikipedia y Opus Incertum.
Lo que voy a aprender leyéndote. ¡Gracias, me ha encantado!
ResponderEliminarSe me ha olvidao mencionar que las gorgueras vuelven a ponerse de moda a comienzos del XIX como adornos de las chemisettes. Con la diferencia de que ya no se almidonaban como en el Siglo de Oro.
Eliminar¡Un besote enorme y gracias por tu visita!
¡Cierto! La referencia es clarísima, ni se me habría ocurrido. ¡Muchas gracias por actualizarla y avisar! ;)
EliminarAunque menciono que el siglo XX ha sido muy proclive a recuperar viejas modas y llevarlas de nuevo a la palestra, eso ya lo heredamos del siglo XIX. Como vemos, nada nuevo bajo el sol.
Eliminar¡Un besote!
Pues aquí estoy para poder comentarte agusto. Me encantó esta entrada por muchos y múltiples motivos. Ciertamente, el primero de todos ellos es el contenido que no solo tiene mucha miga, sino que me da una idea certera y clara del origen de la gorguera y su desarrollo hasta la gola y posteriormente la golilla. Por cierto que tu explicación inicial de la gorguera me hio pensar en el famoso "fichú" que llevó como parte de la indumentaria femenina hasta muy entrado el siglo XIX ;) Pero creo que lo que más impresionó es que, para ejemplificar la gorguera femenina de la primera mitad del XVI, me pones el retrato de Isabel de Portugal realizado por Tiziano. Me impresionó por lo que ese retrato ha significado para mi propio desarrollo como amante de la indumentaria histórica. Te juro que sentí que algo me estaban queriendo decir mi Númenes pero, soy tan dura de cabeza, que aun no lo descubro :( Te doy las gracias pues por tu pronta respuesta y completísima respuesta y voy a darte algo a cambio que no dudo te interesará ;) Besos y abrazos a montones, querido Pedrete
ResponderEliminar¡Hola Carmen!
EliminarCreo, y estoy hablando de memoria, que cuando Tiziano pinta este retrato, la emperatriz ya estaba muerta. Según parece el emperador no estaba del todo satisfecho y le pidió al genial pintor que retocara el retrato ya que recordaba a su esposa mucho más hermosa de lo que supo retratarla.
Celebro que te haya servido de ayuda esta entrada sobre esta modalidad de cuello. Y como bien apuntas, el comienzo de estas prendas pudo ser algo muy parecido al fichú o pañuelo de cuello como también se le conoció aquí en España.
¡Un abrazo enorme y gracias por la visita!
Así es, Pedrete. Tiziano nunca vió a la modelo y es una lástima porque hermosa debía de haber sido un rato. Este retrato surge de la idealización que tenía el propio Carlos V y bueno, guapa o no guapa, del amor que logró manifestarle ;) Besos.
ResponderEliminarLlegue a esta web tras seguir el programa pasapalabra, y aunque no le dedico tiempo, tengo pensado disfrutar entre estas paginas, leyendo y aprendiendo.
ResponderEliminarGracias por esta riqueza.
¡Muchísimas gracias por su comentario! Espero que disfrute en éste bog.
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