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jueves, 11 de septiembre de 2014

Indumentaria civil en la antigua Grecia.

    La Indumentaria en la Antigua Grecia constaba básicamente de dos piezas, el Quitón y el Himatión.

El quitón.



    El quitón (en griego χιτών) era una especie de túnica llevada tanto por los hombres como por las mujeres. En primer lugar fue confeccionado en lana en los períodos más antiguos, siendo fabricado a continuación en lino. Ganando entonces  amplitud para llevarse ceñido con un cinturón. En los hombres podía cubrir la pierna hasta mitad del muslo o descender hasta el pie. También podía adornarse con dibujos geométricos para los días festivos.

    La túnica o quitón sufrió muchas variaciones siendo una de ellas el exomis, propio de obreros o esclavos que dejaba al descubierto el hombro derecho con todo el brazo. Asimismo, la túnica larga, propia de nobles, de filósofos y de mujeres y el diploide o doble quitón, formado por una túnica larguísima que se redoblaba hacia la cintura.

    Dichas piezas se hacían de lino, de lana o de biso y más delante de seda y se adornaban con franjas a modo de galones y con otros bordados, siempre con sobriedad y buen gusto, dando preferencia a los colores blanco y verde.

    Las mujeres lo llevaban largo, se habla a veces de quitón jónico. Con la aparición del lino, sustituye progresivamente al peplo del que se diferencia en que no vuelve a caer en pliegues sobre el pecho y se lleva ahuecado sobre la cintura gracias a un cinturón. El peplo (del latín peplum, a su vez del griego πέπλος) era una pieza rectangular de grandes pliegues (véase las cariátides del Erecteión) doblada en dos para cubrir el cuerpo y luego cosida con el fin de formar una especie de tubo cilíndrico donde la parte superior desciende sobre el pecho (y, a veces, también sobre los hombros). Las dos mitades de la tela son unidas por un alfiler sobre cada hombro. El peplo se ciñe a la cintura por un cinturón.

    Se confecciona con un tejido pesado (lana por lo general). Se ataba a los hombros mediante una fíbula. Podía ser totalmente abierto por uno de los lados o cerrado con costura y era siempre más largo que la altura de la mujer que lo llevaba. Se llevaba a veces con una pequeña capa en la misma tela. Cada año, en la fiesta de las Panateneas, se ofrecía a Atenea un peplo bordado.

    El peplo desaparece progresivamente con la aparición del lino que permite la confección de prendas de vestir más amplias y más flexibles para ser sustituido por el quitón.

El himatión.



    El himatión, consistía en una especie de manto rectangular que se echaba sobre el hombro izquierdo y se recogía por el lado opuesto, dejando ordinariamente libre en sus movimientos el brazo de esta parte; y cuando se iba de viaje o de guerra se cambiaba el himatión por la clámide, capa rectangular en tres de sus lados y algo circular en la parte que rodeaba el cuello, más corta que el manto y abrochada con fíbula sobre el hombro derecho.

   Cuando el himatión se llevaba sólo (sin quitón) y servía tanto como quitón y como manto, se le llamaba aquitón.

    Al final de la República romana el himatión era el manto habitual de los romanos, ya que era más práctico que la pesada y voluminosa toga, y le dieron el nombre de palio.

    El himatión continuó usándose en la época bizantina, sobre todo como vestimenta iconográfica de Cristo y otras figuras bíblicas, aunque parece que todavía se usaba en la vida real, sobre todo por hombres mayores con un estatus relativamente bajo.

La clámide.


    Era en esencia un rectángulo de proporciones 2x1 aproximadamente, con un largo aproximado de la altura de su portador. Estaba hecho de lana fina y solía llevar una franja de color adornando los lados menores. Se usaba en la estación cálida por los soldados jóvenes, como prenda única, a excepción de las sandalias, y ceñida con una fíbula generalmente sobre el hombro derecho aunque hay documentación que sitúa la fíbula en el hombro izquierdo, la base del cuello e incluso sobre la espalda. El hecho de ser una prenda tan ligera sobre el cuerpo desnudo hace que algunos historiadores la crean más conveniente únicamente para el estadio, teorizando que en situaciones de campaña se llevaría con una túnica debajo.

    Posteriormente la clámide fue adoptada por los romanos y acabó derivando en el paludamentum que se vestía sobre la coraza por los mandos militares.

    La clámide tuvo continuidad en el período bizantino, siendo a menudo mucho más grande, llevada de lado con un cierre en el hombro, y casi alcanzaba el suelo por delante y por detrás.

Calzado.



    Para el calzado (que ordinariamente, no se usaba dentro de casa) se servían de la crépida, un calzado que fue importado a Roma en el siglo III y a Hispania durante la época imperial. Consistía en un zapato llano que se ataba con correas por encima del pie. Los primeros que mencionan la crépida son Hipócrates, refiriéndose a un calzado recio y forrado que usaba la gente del campo; Jenofonte, que dice que era de cuero y Sófocles, según el cual lo usaban los actores. No es de extrañar las discrepancias entre éstas y otras opiniones puesto que la crépida, con formas distintas, se usó durante más de diez siglos. En los vasos pintados con figuras rojas de estilo severo y, en general, en todos los monumentos del siglo V aparece la crépida formada por una suela que sigue la forma de la planta del pie y a la que van sujetas unas correas que protegen el talón, teniendo otra que cruza por entre los dedos, cuyos extremos quedan libres y otras que enlazan sobre el empeine, pero de un modo sencillo semejante a la solea.

    Otra crépida, usada por los griegos, y especialmente por las mujeres, como calzado elegante y cómodo, se componía de una suela delgada y flexible a la que se adaptaba un trozo de cuero recortado o calado que formaba una malla sobre el pie.

    De los monumentos figurados en que aparece representada la crépida, el más importante es el pie del Hermes de Praxíteles encontrado en Olimpia y en que los dedos aparecen libres y el pie cubierto por entrelazado de correas doradas que sujetan sus extremos al reborde de la suela, teniendo sobre el empeine un adorno en forma de hoja que servía para que las correas allí sujetas no lastimaran la carne. Semejante a ésta se ven otras crépidas en algunos monumentos, entre ellos la Diana, que existe en el Museo del Louvre.

    Los vasos de figuras rojas pertenecientes al siglo IV representan a los efebos griegos con unas crépidas de entrelazado más espeso y más alto, puesto que sube hasta el nacimiento de la pantorrilla, parecida a las soleas que caza Triptólemo en el bajo-relieve de Eleusis.

    Los macedonios usaron este calzado, que formaba parte del traje nacional, guarnecido de clavos, lo mismo que los sirios, que lo emplearon en su ejército hasta el siglo II antes de Cristo. En Grecia se adornaba con gran lujo y Partenios habla de un llamado Janto, de Mileto, que había derrochado la plata en las crépidas de sus esclavos.

    En el Museo Arqueológico Nacional de España se guarda un pie de una estatua, encontrado en Osuna en 1876, cuya crépida tiene adornos bordados en una pieza que resguarda el empeine.

    En un principio los romanos rechazaron el uso de la crépida, por no creerla digna de la severidad nacional. Los enemigos de Escipión el Africano, cuando éste estuvo en España, le censuraron por presentarse en público con crépidas y palio a la moda griega, pero en la época imperial fue adoptada por los mismos emperadores. Los soldados romanos usaron la crépida carbatina que viene a ser la abarca de los montañeses españoles e italianos.


Sombreros.



    Solían ir los griegos con la cabeza descubierta pero cuando era necesario resguardarla de la intemperie, llevaban el píleo, gorro semiovoideo de piel o la mitra a modo de turbante oriental o el pétaso un sombrero redondo con borde ancho y llano.

    El píleo (del latín pileus pilleus or pilleum) era en la Antigua Grecia (donde era llamado πῖλος) y en la Antigua Roma, un sombrero de fieltro, en parte similar a un fez. El pilleolus era un sombrero más pequeño similar a un solideo. Podía estar fabricado en fieltro o cuero. Los píleos servían para identificar muchas veces a los Dioscuros, Cástor y Pólux en esculturas, bajorrelieves y pinturas de vasos; sus gorros fueron descritos ya en la antigüedad como los restos de los huevos de los que nacieron. 

    El píleo estaba especialmente asociado con la manumisión del esclavo que lo llevaba a partir de su liberación. En las provincias occidentales del Imperio romano vino a significar la libertad y su logro, y quizás por ello fuera confundido con el gorro frigio. Volviéndose por tanto un símbolo de libertad, especialmente en los siglos XVIII y XIX en los que aparecía frecuentemente en estatuas y motivos héraldicos, conocido como gorro de la libertad o gorro frigio, barretina.

    Los píleos aparecen también en figuras votivas de chicos en el santuario de los Cabiros en Tebas, el Kabeirion. En tiempos de Guerra el píleo era también utilizado por la infantería ligera peltasta, junto con el exomis. Los hoplitas lo llevaban en ocasiones bajo el casco, pero antes del siglo V a. C. generalmente preferían no llevar casco junto al gorro por razones de movilidad. El casco píleo se fabricaba con la misma forma que el gorro original. Probablemente procedentes de Laconia, estaban hechos de bronce. El casco píleo fue extensivamente adoptado por el ejército espartano en el siglo V a. C., y utilizado por la infantería espartana hasta el final de la Antigüedad clásica.

    El pétaso o petaso (griego πέτασος, pétasos) es un sombrero redondo con borde ancho, llano y alado, es uno de los atributos del dios Hermes, protector de los efebos.

    Los antiguos griegos pensaban que era de origen tesalio. Era llevado a la vez que la clámide, por los efebos en el gimnasio. De él nació la expresión idioma griego ὑπὸ πέτασον ἄγειν, utilizada por la Septuaginta (2 Macabeos 4, 12), literalmente «llevar bajo el pétaso», es decir «conducir al gimnasio».

    Fuentes: El Siglo de las Luces.

6 comentarios:

  1. Me encantan todas tus entradas porque me transportan a una época fascinante. A mi lo que me encantaría sería ponerme el exomis, dejando el hombro al aire, eso si largo hasta el suelo, no sé si sólo lo utilizaban los obreros y esclavos varones o también las damas lo podían utilizar, de todas formas sientan de maravilla.
    Un beso.
    Carmen

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    1. ¡Hola Carmen!

      Hoy en día la moda griega y romana siguen siendo motivo de inspiración para muchos modistos y diseñadores actuales. Son muchos los vestidos de fiesta e incluso de novia que se inspiran en las túnicas romanas y griegas.

      ¡Un abrazo enorme y gracias por tu visita!

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  2. ¡Qué cómodos y frescos debían de ser los atuendos griegos! Nada que ver con las capas de ropa que luego se usaron en siglos venideros y los corsés. :)

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    1. Sí, la verdad es que es una ropa muy cómoda, sobre todo en verano. Además se suelen utilizar tejidos frescos y ligeros como el lino y el algodón. El problema viene en invierno... Creo que debería colgar unas fotos de mi ropa de griego, aunque sea colgada de una percha.

      ¡Un abrazo enorme!

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    2. Si bien no es una moda que me resulte particularmente atractiva, teniendo en cuenta que amo la sastrería perfectamente al talle, debo reconocer que me resultó muy interesante la lectura... y me encantan las imágenes que seleccionaste para ilustrar, que si bien no reconozco los autores particulares de cada obra me recuerdan a Alma-Tadema y a Bouguereau a quienes admiro!

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    3. Pues no te creas, es un vestuario muy atractivo. Sobre todo si se dispone de un buen par de piernas. Lo que sí te aseguro es que una moda muy cómoda como hemos mencionado anteriormente. Para los que pertenecemos a la llamada "cultura mediterránea", es un placer recrear esta época, ya que es como retroceder a un pasado al que perteneces.

      ¡Un abrazo enorme, Hernán!

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