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domingo, 30 de noviembre de 2014

Calzoncillos III Parte. Cosido a mano.

    ¡Hola a todos!

    De nuevo por aquí con los calzoncillos ya terminados. Ahora sí que me considero satisfecho con el resultado. Es posible que los calzoncillos que se usaban a finales del siglo XVI se asemejaran a estos. Bien, en la última entrada nos quedamos en las costuras internas que iban realizadas a máquina. Ahora veremos las costuras a mano.



Comenzamos por hilvanar tanto los bajos como la cinturilla.


A continuación forramos con punto oculto.


    Ya se puede decir que tenemos listos los calzoncillos. En el siguiente paso aplicaremos unas pequeñas piezas donde haremos unos ojales para las agujetas que sujetarán las calzas.


    Dichas piezas las cortamos en la misma tela. Sus medidas son 8x5 cms. Doblamos 1 cm. alrededor y cortamos las esquinas en inglete para que no se solapen.


Colocamos dichas piezas a 9 cms. de la bragueta por la parte interior del calzoncillo.



Hilvanamos y forramos con punto oculto.


    Le hacemos un par de ojales redondos por donde pasarán los cordones de las agujetas. (A ser posible del mismo diámetro, no como los míos...)


    Pasamos un cordón de lino por el interior de la cinturilla y dejamos un margen a cada lado para poder atarlo al atacarnos los calzones.


Por los ojales pasamos los cordones con las agujetas.


Y ahora sí que sí, tenemos listos nuestros calzoncillos de época.

¡Un abrazo enorme y gracias por la visita!

martes, 11 de noviembre de 2014

Calzoncillos, II Parte. Cosido a máquina.

    ¡Hola a todos!

    Seguimos avanzando en la confección de estos nuevos calzoncillos. Es esta entrada veremos la parte que va cosida a máquina. En posteriores entradas veremos las partes que irán cosidas a mano. Considero que es demasiado trabajo coser a mano toda una prenda de recreación. Al fin y al cavo las costuras interiores y los sobrehilados no quedan a la vista, pudiendo hacerse estos a máquina. Lo que sí no me gusta es que las costuras a máquina queden a la vista. Creo que la mejor opción es una mezcla de dichas técnicas.


Como anuncié en la anterior entrada, en la zona de la bragueta añadiremos una pequeña solapa, ya que la bragueta quedará abierta para mayor comodidad.


    Una vez cortadas todas las piezas que formarán los calzoncillos, pasamos a sobrehilarlas por todo el contorno.


Fijamos ambas solapas en su lugar encarando derecho con derecho de la tela, y cosemos a máquina con un pespunte.


La costura la llevamos solamente hasta el comienzo de la curvatura de la bragueta.


Planchamos la costura abierta y marcamos con la plancha el primer dobladillo.


Cosemos el resto de la costura delantera y toda la trasera y planchamos la costura abierta.


Unimos los perniles por el centro y planchamos la costura abierta.


Hasta aquí llega la parte que va cosida a máquina. A partir de ahora todo irá cosido a mano. Pero eso lo veremos en las siguientes entradas.

¡Un saludo!

lunes, 10 de noviembre de 2014

Nuevos calzoncillos.

    ¡Hola a todos!

    Como no quedé muy satisfecho con los calzoncillos que hice anteriormente, vuelvo a la carga. He estado documentándome acerca de cuales pudieron ser las principales características de esta prenda en la España de finales del siglo XVI, y no he encontrado mucho, la verdad. Solo Carmen Bernís en su libro El traje y los tipos sociales en el Quijote, apunta a que la ropa interior masculina solía estar confeccionada con cáñamo. Por lo demás, alguna imagen en pinturas de la época donde labriegos dejan asomar parte de los calzones por entre los gregüescos. Así que haré caso de mi intuición y confeccionaré unos calzones según mis propias conclusiones.

    Al ser una prenda sobre la que se sostenían las calzas mediante cordones, y estos a su vez se ataban a los gregüescos y todo junto se ataba al jubón, he llegado a la conclusión de que deberían tener la bragueta abierta para poder hacer aguas menores. Ya que de lo contrario, habría que medio denudarse para poder orinar.

    Los patrones los he confeccionado valiéndome de unos calzoncillos de los uso habitualmente. Para la confección de los mismos he recurrido a morcelina morena previamente blanqueada, no con lejía de ceniza, sino con lejía industrial y oxígeno activo.



    A continuación os dejo las medidas que le he dado a cada parte del patrón por si le puede servir a alguien como referencia.


La anchura total de cada pernil es de 66 cms. (Costuras incluidas)


El bajo mide 60 cms. (Costuras incluidas)


La cintura 45 cms. (Costuras incluidas)


El largo en la parte delantera es de 46 cms. (Costuras incluidas)


El pernil es de 16 cms. (Costuras incluidas)


El largo en la parte trasera es de 49 cms. (Costuras incluidas)


Y el pernil vuelve a ser de 16 cms. (Costuras incluidas)

   Para las costuras de unión he dejado 1'5 cms y para el dobladillo de la cintura y el bajo, 4 cms. El patrón mide más por la parte trasera para poder dar cabida a las nalgas. El patrón con el que realicé el anterior calzón, venía de igual medida y se quedaba algo subido por detrás. Ahora ha quedado un patrón más ajustado a la medida de mis piernas, el otro quedaba terriblemente grande y ancho. En la próxima entrada iremos viendo su confección así como el añadido que habrá que aplicar en la zona de la bragueta. La cintura esta vez irá ceñida mediante un cordón pasadizo a lo largo del dobladillo de la cinturilla. También se le practicarán un par de ojetes en cada costado para atarcar las calzas.

    ¡Un cordial saludo!

    Pedrete trigos.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Hacer la colada.

    ¡Hola a todos!

    No sé si alguna vez os habréis preguntado cual es el origen de la expresión "hacer la colada". Pues bien, viene de la costumbre de colar la ropa, sí la ropa se colaba en el lavado. Veréis, hoy disponemos de lejías, y demás productos químicos para conseguir el blanqueado de los tejidos. Pero ya nuestros antepasados contaban con medios para conseguir que la ropa blanca luciera de un blanco casi nuclear.

Las lavanderas, 1780. Francisco de Goya.

    La palabra “colar” aparece recogida en el Diccionario de la Real Academia como procedente del latín colare, y con el significado de blanquear la ropa después de lavada, metiéndola en lejía caliente. Como veremos, el proceso de la colada que realizaban nuestras abuelas era algo diferente.

    Para empezar, los tejidos no eran los mismos que hoy en día. Aquellos eran más duros y mucho más difíciles de adecentar. Tampoco se cambiaba tanto de ropa. La ropa blanca se utilizaba durante más tiempo que hoy, aunque ya estuviera un poco sucia. Con lo que esta ropa, una vez mudada, se guardaba hasta poder hacer "la colada" que se hacía en el mejor de los casos una vez al mes. Tanto en los pueblos como en las ciudades, se disponía de lavaderos públicos o algún riachuelo que permitían lavar la ropa. También se podía hacer en casa, concretamente en el patio y en amplios lebrillos de barro y tabla de madera llamada “restregadera”.

    La tarea de la colada empezaba por lavar la ropa con jabón sobre la tabla de lavar o lavadero, de esta forma y después de mucho frotar sobre la superficie rugosa de la tabla, se le daba un primer "ojo" a la ropa, para luego proceder a un primer enjuague. Esta ropa, una vez escurrida, se la introducía en una gran canasta de baretas, que se asentaba sobre dos tiras de madera colocadas encima de un gran lebrillo.  Se empezaba por poner en el fondo una pieza fuerte de lienzo. A continuación se colocaban en tongas las sábanas hasta terminar por apilar sobre ellas las prendas más finas y delicadas, que siempre eran cubiertas por un gran paño de gordillo (especie de lienzo grueso) que tendría que jugar el papel de filtro. Sobre este paño se iba vertiendo agua caliente con lejía de ceniza, de tal manera que empapando todo el paquete de ropa, escurría hacia abajo siendo recogida en el lebrillo. Esta misma agua se hacía pasar una y otra vez, volviéndola a calentar y siempre rociando por encima y recogiéndola por debajo. Realmente lo que se conseguía era una total desinfección de la ropa, no solo se trataba de lavarla, sino en muchas ocasiones, era necesario acabar con los piojos y liendres que traía la ropa. 

    Esta ropa blanca, había que volver a lavarla y algunas veces darle más de un ojo hasta que se percibiera la desaparición de las manchas. El proceso terminaba con un secado de toda la ropa al sol llamado "asoleado". Era imprescindible que este le diera con fuerza, siendo necesario tender la ropa en los tendederos y darle la vuelta en ocasiones para que los rayos de sol ayudaran a la desinfección y a conseguir la blancura necesaria. La necesidad de la azotea en las casas se hacía imprescindible para este fin. 

    Preparación de la “lejihuela” o lejía de ceniza.

    La cantidad de ceniza a cocer sería proporcional a la cantidad de ropa que habría que lavar; como ésta siempre era grande, grande tenía que ser la cantidad de ceniza a emplear y que previamente se había ido recogiendo de la cocina en que ordinariamente se hacía el fuego para cocinar y que había sido colocado en un lugar de la casa llamado “cenicero”. Para poder cocer esa gran cantidad de ceniza se empleaban grandes calderas de cobre. Ahora bien, para hacer hervir el agua en la caldera y en ella cocer la ceniza era necesario aplicarle un intenso y prolongado fuego, cosa que se hacía al aire libre en un lugar donde no molestara el viento y donde tuviera salida el humo intenso que se producía.

    Preparación del jabón.

    Al igual que la lejihuela, el jabón también se preparaba en casa, utilizando (reciclando) el aceite usado para freír, que se guardaba en una orza de barro. En un lebrillo se ponía la sosa caustica a la cual se le iba añadiendo el agua, consiguiendo un liquido (lejía caustica) al que se añadía cuidadosamente y moviendo en un solo sentido, el aceite que ya no servía para freír. La pasta resultante se calentaba a punto de ebullición, se dejada enfriar y en moldes de madera forrados con papel, se dejaba cuajar. Antes de su total secado y endurecimiento, se procedía a cortar en porciones con un alambre. Este jabón no solo servía para lavar la ropa, también se usaba para fregar los platos, el suelo, aseo personal, etc.

Fuentes: Aproximación a la cultura popular de Estepa de Juan Luis Gamito Jiménez - Diario de Cádiz - Fundación Joaquín Díaz. 

sábado, 8 de noviembre de 2014

Haciendo acopio de telas.

    ¡Hola a todos!

    ¡Uff, qué de tiempo! Pero es que he andado liadísimo preparando la feria miniaturas de Madrid, y no ha habido tiempo para nada más. Como me he dao una buena tunda de trabajar levantándome tempranísimo y acostándome a las tantas, al final me ha sobrado una semana. Y como no puedo parar quieto un segundo, hoy me he ido de tiendas a comprar telas. Bueno, debería decir de tienda, porque aquí en el pueblo ya solo queda una sola tienda de tejidos. ¡Y a Dios gracias! El problema es que apenas tienen tejidos naturales y hay que recurrir sin más remedio a tejidos con mayor o menor porcentaje de fibras sintéticas. Pero bueno, algo decente y a buen precio, siempre se puede encontrar.


    Me he traído tres metros de sarga negra, tres metros de lienzo, uno de batista negra y dos metros de lino blanco.


    Lino, quizás uno de los tejidos más antiguos usados para la confección de vestuario. Antes de conocer el algodón, el lino fue en Europa la fibra textil más usada después de la lana. El lino, al igual que el algodón, se compone básicamente de celulosa, siendo capaz de absorber hasta un 20% de agua, sin que por ello llegue a adquirir un tacto húmedo. Esta característica, hace que el tejido de lino proporcione una cierta sensación de frescura, lo cual la hace perfecta para la confección de ropa interior y camisas.
 

    Batista (del francés batiste), es una tela fina de lino o algodón de urdimbre firme obtenida por un proceso de calandrado, con una superficie ligeramente satinada. Se trata de un tejido, con ligamento tafetán, muy ligero, algo transparente y de superficie suave. Se emplea principalmente en la confección de ropas finas: camisas, pañuelos, lencería y bordados. Puede ser lisa o estampada. En prendas sueltas mantiene la forma; no se recomienda para prendas ajustadas ya que se trata de un tejido débil y las costuras tienden a desgarrarse.


    Lienzo de cáñamo. El cáñamo se considera la fibra textil de origen vegetal más larga, suave y resistente. La tela que se elabora con ella puede presentar diferentes calidades, a veces más áspera, y otras más suave que el algodón. También es más aislante, fresca, absorbente y duradera. Anteriormente era la fibra más utilizada y considerada el rasero o estándar para medir la calidad de las otras fibras.


    La sarga es un tejido con ligamento de sarga, que produce unas típicas líneas diagonales. El ligamento se obtiene por medio de un escalonado, formando rayas en diagonal. Este cordoncillo formado diagonalmente por el cruzamiento de la urdimbre con la trama se combina con más o menos hilos y a distancias iguales o desiguales de un cordoncillo a otro.

    Ya veremos qué confecciono con estos paños. ¡Un abrazo enorme!