Este blog se nutre de tus comentarios, no te olvides de dejar tus impresiones cuando lo visites. ¡Muchas gracias!


lunes, 9 de marzo de 2015

La moda durante el periodo revolucionario.

    ¡Hola a todos!

    Hoy vamos a retroceder hasta finales del siglo XVIII para así poder entender mejor la evolución el vestuario masculino durante el siglo XIX. ¿Venís conmigo a tomar La Bastilla?

    En 1789 la Revolución Francesa produjo un profundo cambio en la estética de la moda, y el material favorito cambió de la seda al sencillo algodón. Fue una revolución provocada por diversos factores: el fracaso de la economía nacional, el creciente conflicto entre la aristocracia y aquellos con prerrogativa real, el descontento de una mayoría de ciudadanos frente a las clases más privilegiadas y una prolongada y severa escasez de alimentos. La Revolución adoptó una manera de vestir como objeto de propaganda ideológica de la nueva era, y los revolucionarios manifestaron su espíritu rebelde apropiándose de la indumentaria de las clases bajas.


    Aquellos que todavía vestían ropas de seda extravagantes y de vivos colores eran considerados antirevolucionarios. En lugar del calzón y las medias de seda que simbolizaban la nobleza, los revolucionarios se pusieron pantalones largos llamados sans-culottes. Además del pantalón, el simpatizante revolucionario lucía una casaca llamada carmagnole, un gorro frigio, una escarapela tricolor y zuecos. Esta moda, que tiene su origen en el gusto inglés, más sencillo, evolucionó hacia un estilo de casaca y pantalón que posteriormente fue adoptado por el ciudadano del siglo XIX. Pero no todo cambió en 1789. Si bien durante la revolución surgieron nuevos estilos de moda que se sucedían rápidamente, reflejando la cambiante situación política, el atuendo clásico, como el terno a la francesa, se seguía utilizando como traje oficial de la corte. Las nuevas modas convivieron con las antiguas durante todo el periodo revolucionario.


    En algunos casos el caótico clima social generó modas excéntricas. Los jóvenes franceses, en especial, adoptaron estilos radicales, inusuales y frívolos. Durante el Terror, los muscadins, un grupo de jóvenes contrarevolucionarios, protestaron contra el nuevo orden y se vistieron con excéntricas casacas negras de amplias solapas y grandes corbatas. Siguiendo la misma línea de excentricidad, los petimetres (petit-maîtres), llamados incroyables, aparecieron durante el periodo del Directorio. Los cuellos extremadamente altos caracterizaban su vestimenta, además de las grandes solapas dobladas hacia atrás, chalecos chillones, corbatas anchas, calzones, cabello corto y bicornios en lugar de tricornios. Su equivalente en femenino, las conocidas cómo merveilleuses, lucían vestidos extremadamente finos y diáfanos, sin corsé ni guardainfantes. En las ilustraciones de moda de la Gallerie of fashion (1794-1802, Londres), De Nicolaus von Heideloff, se pueden ver vestidos redondos, así como otros con la cintura situada bajo el busto y formados por corpiños y faldas de una sola pieza. El vestido redondo más adelante se transformó en el vestido camisa o camisero, el atuendo de algodón más popular de principios del siglo XIX.


    Mientras que en Inglaterra la modernización fue debida a la Revolución Industrial, la sociedad francesa recibió nuevos impulsos en la última época del rococó gracias a la revolución política. Situada frente al telón de fondo de tal malestar social, la moda europea avanzó hacia la nueva modernidad.


Fuentes: Tatami Suoh, director del Instituto de la indumentaria de Kioto.

6 comentarios:

  1. Un viaje apasionante para entender la evolución de la indumentaria en el siglo XIX. ¿Cuál será el siguiente viaje temporal que nos propongas? :)

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues posiblemente nos mantengamos en este período de cambios en todos los sentidos. Sería interesante repasar los orígenes del dandismo, así como a los curiosos petimetres españoles. Esta época da para mucho.

      ¡Un cordial saludo!

      Eliminar
  2. Nos acomodaremos entonces en el vagón del tren del tiempo. :)

    ¡A por esos otros post, maquinista!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay que ver lo que nos gusta un garbeo en la máquina del tiempo. Le tenemos hechos más kilómetros que El fugitivo.

      Eliminar
  3. Me ha gustado mucho este aporte guiado de la mano del director del Instituto de la Indumentaria de Kyoto. Porque, aunque parece simple la evolución, ésta no lo fue en absoluto. En el último cuarto del siglo XVIII, bajos los auspicios de aquellos que iniciaron el "Sturm und Drang" en Alemania, se inoculó el germen o la semilla del retorno a la Naturaleza y con ello a lo natural en todos los ámbitos de la vida. La forma en como se vestían no fue la excepción y empezaron a surgir opiniones muy doctas acerca, por ejemplo, de lo dañino que era el corsé para el cuerpo. Los ingleses fueron los primeros en tratar de cambiar sus vestimentas por otras mucho más racionales y cómodas, aunque la era la que ofrecía mayor resistencia a dejar atrás lo que le había servido siempre para realzar sus encantos anatómicos dándole una mejor postura gracias a su absoluta contención. El primer cambio de la ropa femenina se hizo en Francia con el patrocinio de Maria Antonieta quien se atrevió a usar un vestido muy sobrio que parecía una camisa interior y cuyos materiales eran la muselina de algodón casi transparente y el lino, como correspondía una pieza de ropa interior. Eso sucedió hacia mediados de la década de 1780. La "chemise a la reine" fue el primer "disparo" revolucionario que se realizó en esa época y que concluiría con el regreso adaptado de la elegancia clásica de la Atenas del siglo V antes de Cristo y de la Roma imperial del siglo I después de Cristo que en el mundo anglosajón se denominó estilo Regencia y en el resto del mundo se le bautizó como estilo Imperio. Podría hablar mucho más sobre esto pero mejor te la debo para un futura entrada en mi blog, Pedrete.

    Recibe muchos besos y abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Marie Antoinette tenía una idea bastante ingenua de lo que tenía que ser la vuelta a la naturaleza. Posiblemente ese vestido camisa no fuera más que otro de los muchos disparates que cometió aquella reina que hizo de la ociosidad un estilo de vida. El famoso "hameau de la reine", era el marco ideal para lucir esos vestidos pastoriles tan diáfanos. Una aldeita artificial que parecía como sacada de un cuento.

      Cuando a comienzos del siglo XX modistos como Paquin o Doucet vuelven de nuevo la mirada hacia atrás y rescatan las formas de los vestidos imperio, no lo hicieron buscado una mayor comodidad para la mujer, era más una forma de crear nuevos diseños inspirados en formas antiguas. El corset se mantuvo aunque variando su forma. Hubo que esperar a que la guerra obligara a la mujer a desempeñar tareas hasta entonces solo reservadas a los hombres, y por lo tanto ésta buscara vestidos más cómodos para desempeñar esas tareas. Es curioso que fuera una guerra lo que desencadenara una ruptura con los viejos conceptos estéticos decimonónicos y no la lucha feminista.

      Deseando me dejas por poder leer esa nueva entrada en tu blog.

      ¡Un abrazo enorme!

      Eliminar