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miércoles, 30 de julio de 2014

"Dar el tipo".

    ¡Hola a todos!

    Ya estoy aquí de nuevo. Hoy vamos a hablar de lo importante que es dar el tipo. Hasta prácticamente mediados del siglo XIX no se empezó a popularizar la fotografía, por lo que hasta esa fecha nos tenemos que conformar con grabados, dibujos y pinturas para analizar el físico de antaño.

"La Monstrua vestida y la Monstrua desnuda".
Juan Carreño de Miranda. 1680

    ¿Os acordáis de aquel anuncio de Coca-Cola en el que se decía: “para los bajos, para los altos, para los gordos, para los flacos, para los guapos, para los feos…”? Pues bien, quiero decir con esto que toda la vida han existido gentes de todos los tipos, tamaños y espesores. Es más, en épocas pretéritas dónde la malnutrición y la desnutrición campaban a sus anchas, era habitual que entre la “gente bien” predominaran las carnes ampulosas, mientras que el pueblo estaba casi en los huesos.

    Uno de los factores que nos acerca a la reproducción de vestuario de época es el lujo y la riqueza de algunas modas pasadas. La profusión de detalles del vestuario barroco, rococó o victoriano, no tienen parangón. Pocos pueden escapar a la sutileza de una seda brocada de Lyon o un espolín valenciano. La delicadeza de un encaje de Valençiens o Alençon. Lo intricado del plisado de un polisón victoriano… ¡O la gallardía de un uniforme de Húsar!

    Y aunque como ya he mencionado, siempre han existido las “curvas”, en la pintura antigua se tendía a idealizar la figura humana. Son muchos los pintores que han pasado a la historia por retratar a sus aburguesados clientes con unas figuras y rostros envidiables. Ellas con cinturas de avispa, pieles color marfil y rostros perfectamente ovalados. Ellos, altos, fuertes y gallardos. Aunque en realidad no fueran así ni en sueños… Por suerte en nuestro Siglo de Oro, pintores como Velázquez o Carreño de Miranda, sí pintaron personajes reales con su aspecto real. Pero en muchos casos los encontramos tan feos que nos espantan.

    Como también he comentado anteriormente, muchas veces nos acercamos al recreacionismo buscando lo que no encontramos en nuestra insípida moda actual. Y es mucho el público que tiende a querer vestirse con los más ricos y exóticos tejidos y diseños. En muchos casos el factor precio es algo que nos coarta muchísimo a la hora de reproducir fielmente el vestuario antiguo. Por lo que llego a la conclusión siguiente: ¿No sería más sencillo y factible vestirnos de personajes populares con tejidos sencillos y menos adornos, mucho más acorde con nuestro presupuesto? Yo creo que sí. Pero si nos empeñamos en reencarnarnos en Marie Antoinette le pese a quien le pese, hagámoslo con la mayor dignidad posible. La recreación de vestuario antiguo no es lo mismo que acudir a una fiesta de disfraces donde todo vale.

     Los complementos así como el peinado o el maquillaje también son fundamentales. Estudie todo lo más que pueda los retratos antiguos, eso le ayudará a recrear fielmente los tipos de antaño. La pose es también muy importante. Métase dentro del personaje que está recreando, trate de reproducir las maneras, los modales de su personaje. ¡Interprete!

    Pedrete Trigos.

2 comentarios:

  1. ¡Que deliciosa entrada, Pedrete! Y que exacta en tus recomendaciones. Eso lo hemos hablado mucho y, en efecto, recrear es tratar de volver a crear lo ya creado -como decías ya tú en una de las entradas de este blog- sin permitirte todas esas "licencias" que nos lleva a hacer algo nuevo, no a recrear ;) En términos generales, los recreadores suelen partir de las ilustraciones y los retratos de la época para copiar, literalmente, todo lo que ven o toman de éste y de aquel para poder personalizar el resultado de sus "desvelos". Hay varios tipos de recreadores. Están los que se conforman de dar el pego y pasar una primera impresión de un público absolutamente desconocedor. Los hay en etapas intermedias, como yo, que saben más pero que no tienen la pericia o no se sienten capaces de intentar desarrollar habilidades que podrían beneficiarlos para estar más cerca del resultado apetecido. Y ciertamente aquellos que hacen recreaciones rayanas en la perfección con todo el purismo tan riguroso como apetecido. En fin... Besos

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    1. Reconozco que algunas veces puede llevar a la exasperación el tratar de que parezca una prenda sacada de un museo, algo que está recién salido de la máquina de coser. Pero bueno, supongo que esa es la meta que todos tenemos en esto, conseguir un resultado lo más excelente posible.

      ¡Un besote enorme!

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