¡Hola a todos!
Me resultan curiosas las
reflexiones a las que termino llegando muchas veces, mientras me devano los
sesos tratando de descifrar las lagunas que en algunas ocasiones se dan en el estudio
de la historia de la moda. La desinformación con la que cuento en muchas casos me
predispone a creer ciertas ideas que tenía asumidas como verdades absolutas, y
que sin embargo se me terminan cayendo al suelo como castillos de naipes.
Don Juan de Austria niño, por
Alonso Sánchez Coello (c. 1559).
El modelo porta una breve lechuguilla
rizada y una cuera atacada, que deja ver el rico jubón bordado.
Hoy sin ir más lejos me he dado
de boca con que el jubón masculino era una prenda interior y que sobre él se llevaban
otras prendas exteriores. Se me hace increíble la cantidad de ropa que se
podía llevar superpuesta en otras épocas. Quizás es porque estamos en Agosto,
en plena calima sevillana y me imagino a mí mismo hace cuatrocientos años ataviado
con todas esas prendas y me entra miedo salir así a la calle. Camisa de manga
larga, jubón entretelado y forrado de tal forma que el cuerpo quede rígido como
el cartón, y sobre él una ropilla pongamos de seda, pero forrada y con cierto
cuerpo también. ¿Cuántas capas de tejido? Yo he perdido la cuenta… Supongo que
el calentamiento global no estaría haciendo los estragos que hace hoy en día,
pero aún así ¡qué fatigas más grandes!
El principe D. Carlos, por Alonso Sánchez Coello (1558)
Luce gregüescos acuchillados con bragueta y sobre los hombros un bohemio forrado de piel.
También he descubierto que los
calzones o gregüescos se ataban mediante agujetas al jubón. Ayer al probarme
los gregüescos vi que me quedaban algo anchos. Les ceñí la cincha trasera y aún
así, me resultaba algo incómodo andar con ellos sin que al poco rato se me
terminaran resbalando de la cintura.
Sí hay algo que caracteriza a la
moda española de aquella época es la pose esbelta y erguida de los españoles.
Aquellas prendas de cuerpos rígidos y cuellos altos les hacían caminar tiesos
como husos de rueca. No se puede caminar de otra manera. No era que España
fuera en aquel momento el centro del universo, aquel imperio de Felipe II en el
que nunca se ponía el sol, y esto llevara a los españoles a creerse el ombligo
del mundo. Es que es imposible moverse de otra forma con tales prendas. Supongo
que si se les caía algo al suelo, ahí lo dejaban, así fuera un tesoro. ¿Cómo agacharse
así vestido? Pues bien, yo caminando con mis gregüescos nuevos y estos cayéndose
a cada paso. Y mientras, me imaginaba a un caballero de aquella época y no
terminaba de verle ni con los calzones a medio trasero como los adolescentes
actuales, ni atacándose a cada momento. Así que me dije, esta gente tenía que
usar algo para ceñirse los calzones. Y
hete aquí que descubro que se los ataban al jubón. Ahora solo me falta
encontrar alguna ilustración dónde aparezcan dichas agujetas y añadírselas a
mis ropajes.
Y estas disertaciones o
disparates son los que te traigo, querido lector, en medio de este tórrido verano sevillano. ¡Hasta
la próxima entrada!
Pedrete Trigos.
En verano llevaban la ropilla sobre la camisa. El jubón se dejaba para tiempos más fríos.
ResponderEliminarY los calores los mismos que ahora, pero debían de ser de otra pasta ;-) o muy sufridos.
¿No usaban jubón en verano? Lo suponía, estoy haciendo uno y con tantas capas de tejido como lleva, es un auténtico suplicio usar eso en verano.
Eliminar¡Gracias por la aclaración!
Los lazos que puedes ver en la cintura de esta ropilla son el 'atacado' del calzón: http://www.pinterest.com/pin/26880929000785818/
ResponderEliminarLas agujetas eran las terminaciones metálicas que se ponían a las cintas que partían del calzón y se pasaban a través de los ojetes que llevaban el jubón o la ropilla en la cintura, y luego se anudaban formando unas lazadas.
http://www.pinterest.com/pin/26880929000232906/
¡Muchísimas gracias por tu visita y comentario, Chelo! Es todo un honor tenerte por mi blog, soy un fiel seguidor y admirador de tu trabajo! Muchas gracias también por los enlaces que me envías, te estoy muy agradecido.
Eliminar¡Un besazo enorme y un millón de gracias!
Esta entrada ha sido para mí, no solo deliciosa sino absolutamente ilustrativa. Así es como uno más aprende: tratando de meterse en la mente de aquellas gentes de hace quinientos años para dilucidar los entuertos de como era que podían lucir todo lo que se ponían encima. La moda y su desarrollo a lo largo de la Historia tiene mucho que ver con raones de orden sociológico, de pensamiento y praxis de pensamientos generacionales con los que ya no estamos en contacto. Por ejemplo, la observación que haces acerca de la rigidez de la figura, tiene mucho que ver con como los castellanos se veían a si mismos y, por supuesto, con una serie de ordenamientos morales que se entremezclaban con los usos y prácticas cotidianas. Hay que recordar que el pragmatismo nunca ha ido de la mano con la estética del cuerpo, ¿por qué?, porque la gente se vestía de acuerdo al estatus que representaba ya que así, como te veían eras tratado. Los "hijosdalgos" castellanos del siglo XVI, tal y como se nos cuenta en el "Lazarillo de Tormes" de manera algo caricaturesca, no tendrían que llevarse a la boca pero, lo que de ninguna manera podían permitirse era perder la dignidad que le ortorgaba su hidalguía y así se vestían. Un vestido que hoy nos puede parecer incómodo pero que tenía su por qué ciertamente. Esa gente no se movía como nosotros presos de unas prisas impensables para aquellos hombres que no dependían del minutero de sus relojes, como nosotros.
ResponderEliminarPor cierto, en Latinoamérica aun se llama "agujeta" a la cinta que anuda o ata, através de ojetes, la ropa o los zapatos. Es más, considerando la persistencia de la prenda, considero que la agujeta original era el lazo que efectivamente acababa en un remate metálico que tenía dos funciones: pasar con mayor facilidad el lazo a través del ojete y engalanar la prenda que lo lucía pues no dudo que depende de la calidad del atuendo estos remates fueran de plata u oro. Aun hoy, la agujeta está rematada por una especie de encapsulamiento de plástico en su punta para permitir una mayor rapidez al pasar el lazo por el ojete correspondiente :)
Me encanta lo bien que te expresas, Carmen. Me da envidia sana el bocavulario tan amplio que tienes. Algunas veces llego a conclusiones que realmente caen por su propio peso, como ha sido el caso y nunca mejor dicho, de la "caída de pantalones". Trataré de añadirle las cintas a los gregüescos y practicarle unos jetes al jubón para así lucirlo con toda exactitud. Sería una lástima cargarme el conjunto por algo así.
Eliminar¡Un besote enorme!
Ruth M- Anderson en Hispanic Costume 1480-1530 cita un diálogo (¿de finales del siglo XV?) sobre un joven que quiere ponerse un jubón más ligero, por ser verano. Imagino que en parte aligerarían y en parte decidirían que hay que "sufrir" para ir elegantes y para adelante. Aún hoy con la informalidad reinante se hace algo similar con trajes formales, tacones y demás. parafernalia.
ResponderEliminarPues sí, siempre se ha dicho: "Sufrir cochura por hermosura". Verdaderamente el jubón es una prenda altamente incómoda. Estoy confeccionando uno y entre el grosor del tejido y las entretelas, sumado a lo ajustado de la prenda, hace que sea como una especie de corsé ortopédico. Va uno tieso como un palo.
Eliminar¡Un saludo y gracias por tu visita!
No había podido leer hasta ahora tus últimas entradas. Es una gozada leer tus descubrimientos y aprender tanto de la moda masculina de un periodo que desconozco. Lo que yo me pregunto, con respecto a la rigidez es si no usarían corsés, en períodos posteriores si se empleaban. En cuanto a pasar calor... No quiero contarte como fue estar en Elba en pleno verano con capas y capas de ropa, pero si somos rigurosos, somos rigurosos ;) Un super abrazo.
ResponderEliminarEl jubón al contrario que el corset, no comprime el cuerpo, de hecho incluso se rellenaba para abultar la zona del vientre. Lo único que perseguía era crear una forma erguida. El corset sí oprime el cuerpo distorsionando su forma natural.
Eliminar¡Un besote enorme, Charo!