¡Hola a todos!
El concepto hidalgo, hijodalgo, fidalgo (en
castellano antiguo, y común en literatura) e infanzón tiene su
origen en España y Portugal y es sinónimo de noble, aunque
coloquialmente se utilica el término para referirse a la nobleza no titulada.
Hace referencia a hijo de algo o hijo de alguien.
Durante toda la edad media, la sociedad
se había organizado entre tres grandes grupos o estamentos: los que rezaban,
los que trabajaban la tierra y los que hacían la guerra. Pero en el siglo XV
con la toma de Granada por los Reyes Católicos, la Península Ibérica comienza
un período de paz. En ese momento se da en España una importancia numérica de
hidalgos que es el resultado de la Reconquista, entonces se multiplican estos
hidalgos y viene un momento en que su función guerrera ya no se justifica como lo
había hecho antes.
Los hidalgos son por tanto los herederos
de esta casta guerrera que ha quedado totalmente desfasada. Son la baja
nobleza, que según la costumbre solo puede vivir de sus rentas. Literariamente
los hidalgos han sido caracterizados fundamentalmente como nobles con
escasos o nulos bienes pero exentos del pago de determinadas
obligaciones tributarias, debido a la prestación militar que les confería el
derecho de portar armas. Esta condición social llevaba aparejados ciertos
deberes y privilegios. Era su obligación mantener caballo y armas, así como
recibir periódicamente preparación militar, a fin de acudir a la guerra en el
momento en que el Rey les llamase. Como contrapartida, entre otros privilegios,
estaban exentos del pago de ciertos tributos.
Algunos se aferraban a una gloria familiar que a comienzos del siglo XVII quedaba ya muy lejana. Alonso Quijano, el viejo hidalgo,
es un exponente de este estamento social desubicado. Y así, cuando enloquece,
rescata la vieja armadura de su bisabuelo, se transforma en D. Quijote de la
Mancha y decide salir al camino con el firme propósito de cambiar un mundo que
no le gusta y que no quiere o no puede comprender.
¡Un saludo!
Fuentes: Cervantes y la leyenda del Quijote.
muy interesante
ResponderEliminarbesitos
Mari
¡Muchísimas gracias por la visita!
Eliminar¡Un abrazo enorme!
Hay una novela que recomiendo (es divertida, además) de un hombre del siglo XVII que una de sus obsesiones es conseguir una hidalguía, cueste lo que cueste. :D LADRONES DE TINTA - ALFONSO MATEO-SAGASTA
ResponderEliminarHabrá que buscar el libro y leérselo, todo sea por meterse uno mejor dentro del personaje.
Eliminar¡Un besote y gracias por la visita, Consuelo!
Mejor explicado, ¡imposible! Sobre todo en referencia a ese epítome de hidalgo que fue y sigue siendo Alonso Quijano. Los hidalgos en Castilla, y ya declinando el siglo XVI, eran un verdadero problema ya que faltos de hacienda para mantenerse y sobrados de orgullo que les impedía ganarse la vida, así fuera honradamente, se morían de hambre tratando de vivir de las glorias de sus ancestros. Por supuesto, la hidalguía no se heredaba como se heredaban otros títulos pero, en una Castilla sumida en la más espantosa y desoladora de las crisis, cualquier cosa era buena para hacerse de notar y poder sobrevivir siempre amenazados por el hambre y la escasez. Nuestra literatura del Siglo de Oro es una fuente inagotable de caracteres y personajes inspirados en los hidalgos y su contraparte el pícaro.
ResponderEliminar¿No te parece que la figura del hidalgo es la que mejor nos define a los españoles? Llenos del orgullo de la gloria de haber sido y asustados frente al dolor de ya no ser. Algunas veces pienso si la historia no es más que un tiovivo en el que vamos dando vueltas y más vueltas pensando falsamente que caminamos en alguna dirección y sin embargo no hacemos más que girar sobre un eje del cual no salimos. Todo se repite una y otra vez.
Eliminar¡Un abrazo enorme!
Así es Pedrete. Nos guste o no seguimos siendo como los hidalgos de antaño en ese tiovivo que tan bien describes. Y si, la historia tiene mucho del "eterno retorno" nietszcheano. Aunque en realidad es algo que no debería de asombrarnos ya que la historia forma parte del colectivo humano y mientras no aprendamos de nuestros errores, no cambiará nada. Un beso enorme :)
ResponderEliminarLos budistas creen en la rueda del samsara. Quizás nadie escape de ese girar y girar en busca no se sabe muy de qué. Ya sabes que me encanta la historia y en más de una ocasión revisando otros tiempos, tengo esa sensación de que todo se repite, que somos los mismos siempre, quizás con otros nombres, otros rostros y otros lugares como escenario. No me hagas mucho caso, acabo de levantarme y todavía estoy aterrizando...
Eliminar¡Un besazo enorme!