El estilo artístico Imperio fue dominante
en arquitectura, decoración de interiores, mobiliario y moda, durante los
inicios del siglo XIX en Francia. Se inserta dentro del
espíritu neoclásico. Tiene su antecedente en el estilo Directorio, y
toma su nombre del período de gobierno de Napoleón en Francia, conocido
como Primer Imperio Francés, y que es cuando se construyen en París las
grandiosas infraestructuras neoclásicas como el Arco del Triunfo,
la Columna Vendôme y la Iglesia de la Madeleine, para emular los
famosos edificios de la Roma imperial. A finales del siglo XVIII se
combinaron diversas influencias que resultaron en una transformación de la ropa
femenina, por un lado las ideas de la Ilustración, que se manifestaban en las
obras de Rousseau, con sus deseos de una vuelta a la vida natural y acorde con
la naturaleza. Una segunda influencia procede de Inglaterra que virtud a su
poder económico y político, exporta una forma de vestir más cómoda y práctica,
menos influenciada por el vestido cortesano. Por último también destaca el
neoclasicismo que alcanzó la moda como había llegado anteriormente a la
arquitectura, la escultura o a la pintura. Como ya hemos visto anteriormente, la
moda imitó los trajes de las pinturas y estatuas clásicas romanas y colocó el
talle debajo del pecho y se eligieron telas blancas y vaporosas que dejaban
adivinar las formas del cuerpo con el movimiento, convirtiendo a la mujer de la
época, en una copia de las matronas romanas de la antigüedad.
Como el frío invierno europeo no se
prestaba a usar vestidos tan livianos todo el año, aparecieron por consiguiente
diferentes prendas de abrigo. Una de las más populares fue una chaqueta corta, que terminaba bajo el
busto conocida como Spencer, que tenía su origen en Inglaterra. Consistía
en una chaquetilla abierta por delante con largas mangas ajustadas y que podía
terminar por detrás en una pequeña cola, a menudo con adornos de hombros
denominados jockeys. En
Francia se llamaba amazone a los
trajes de montar femeninos, por las mujeres guerreras de la mitología griega.
Estos trajes emulaban la moda masculina, pero no estaba permitido que las
mujeres montaran a horcajadas y por eso siempre tenían que llevar un vestido y
montar de lado. Napoleón estaba intentando crear un gran imperio y reforzar su
ejército, así que diseñó un uniforme que resultara atractivo para que los
hombres se alistaran. El uniforme de los húsares, originalmente una unidad de
la caballería húngara, inspiró el estilo húsar (à la hussarde). El cierre con botones a la Brandenburg de la parte
delantera del bolero y el redingote, un elemento del uniforme húsar, se
convirtieron en tendencias populares. De los jinetes egipcios conocidos como
mamelucos, que también formaban parte del ejército napoleónico, llegaron las
mangas mameluco con variados bullones, un estilo popular entre el gran público.
También se empleaban largos abrigos de corte masculino (redingotes) y, sobre
todos ellos, el accesorio más importante fue el chal, tomado de la época de la
Antigüedad Clásica.
Los chales de cachemira procedentes de la
auténtica región india de Cachemira se hicieron populares cuando Napoleón los
introdujo por primera vez en Francia tras su campaña egipcia de 1799. Debido a
sus exóticos dibujos y atractivos y variados colores, se convirtieron en un
accesorio muy popular para llevar con el vestido camisa. Sin embargo, en esa época
resultaban muy caros, y eran lo suficientemente valiosos como para ser
registrados en los testamentos y en el ajuar de boda. Tras los años treinta, la
popularidad de los chales de cachemira llegó al gran público, y hacia la década
de 1840 ya se había implantado una enorme industria de chales tanto en Francia
como en Inglaterra para satisfacer la demanda. En Lyon se fabricaban productos
de lujo con materiales de primera clase, mientras que en la ciudad escocesa de
Paisley se producía en masa una imitación estampada y más económica. La palabra
“paisley” llegó a ser tan conocida que se convirtió en sinónimo del tipo de
dibujo cónico frecuentemente relacionado con los artículos de cachemira. La
moda de los chales de cachemira continuó hasta el período del Segundo Imperio
Francés.
El peinado se mantuvo al estilo de la
Grecia y Roma clásicas, como no podía ser de otra forma, con recogidos y moños
a la altura de la coronilla, dejando ligeramente sueltos varios rizos
enmarcando el rostro. El uso de peinetas de carey o metal fue muy popular, así
como el empleo de cintas, cordones y guirnaldas de flores. Los sombreros solían
ser de paja con una ligera visera que protegía el rostro de los rayos del sol.
La parte la copa solía forrarse son sedas de colores y se adornaba con cintas y
pequeñas flores de tela. Como consecuencia de las campañas militares del ejército
napoleónico en Egipto, se popularizó el uso del turbante en cenas y bailes de
gala. El calzado femenino experimenta transformaciones ya que pierde su tacón y
se impone el uso de zapatillas planas, realizadas en cuero y tela. Algunas
de ellas se anudaban al tobillo mediante cintas, inspiradas en las sandalias de
la antigüedad clásica. Debido a que las formas de las faldas pasaron de ser
anchas y huecas al esbelto estilo imperio que recordaba la forma de una columna
griega, el bolsillo que antes se había llevado dentro del vestido ya no tenía
espacio, así que fue necesario el bolso para sustituirlo. Dichos bolsos
denominados ridículos, solían confeccionarse con seda o a punto de aguja. Sus
formas son de lo más variado, pasando de simples carteras planas a intrincadas
cestas o incluso frutas. Imprescindibles fueron también los guantes, tanto en
trajes de noche como de día.
Fuentes: MODA de
editorial Taschen.
un bonito articulo sobre una moda muy bonita , me encanta
ResponderEliminarbesitos
Mari
¡Muchas gracias, Mari!
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