lunes, 10 de marzo de 2025
Propina
CAPÍTULO DE PROPINA A PETICIÓN DEL PÚBLICO
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Presentación:
"Entre escotes y escándalos: la sátira como espejo de una época en decadencia"
Bienvenidos de nuevo a un viaje literario donde la frivolidad se convierte en metáfora y el humor absurdo en arma de crítica social. La Crónica del Gran Concurso de Escotes de la Duquesa de Alba, publicada en la ficticia Gaceta del Escote y el Escándalo (1805), no es solo un relato jocoso sobre modas y pezones al descubierto. Es una ventana al Madrid previo a la Guerra de la Independencia, donde la aristocracia jugaba con fuego mientras España ardía en crisis políticas y económicas.
En este texto, atribuido al imaginario Don Hilarión de la Tremebunda Pluma, se entrelazan personajes históricos —desde Goya hasta Godoy— con situaciones disparatadas para exponer las contradicciones de una élite más preocupada por la apariencia que por el colapso inminente. La Duquesa de Alba (que para la fecha de la historia que os traigo, ya estaba muerta), símbolo de rebeldía, desafía los corsés morales de su tiempo; María Luisa de Parma encarna el desgobierno disfrazado de elegancia desdentada; y Moratín, con su mojigatería, refleja la inutilidad de las normas en un mundo que se desmorona.
A través de hipérboles, juegos de palabras y referencias artísticas (como el guiño a Los Caprichos de Goya), la crónica nos invita a preguntarnos: ¿hasta qué punto la moda y el espectáculo encubren las crisis de poder? ¿Qué nos dice el absurdo sobre la corrupción o la hipocresía religiosa? Y, sobre todo, ¿por qué seguimos riendo —y reconociéndonos— en estos espejos deformados de la historia?
Esta reflexión no solo desentraña las capas de humor y crítica de un texto olvidado, sino que nos confronta con un eco incómodo: en nuestra era de influencers y fake news, ¿acaso no repetimos los mismos juegos de apariencia y poder? Los escotes pueden haber cambiado de forma, pero la seducción de la frivolidad sigue siendo tan peligrosa —y fascinante— como en 1805.
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Nota para el público:
Preparemos las lentes de la ironía y ajustemos las corbatas (o los corsés). Porque, como diría Don Hilarión: «La historia no la escriben los victoriosos, sino aquellos que se atreven a reírse de ella».
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Este texto sirve como introducción provocativa para debates sobre literatura satírica, crítica social o la relación entre arte y poder, no para mojigaterías milenials. ¿Listos para desnudar las verdades incómodas tras la risa?
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GACETA DEL ESCOTE Y EL ESCÁNDALO
Madrid, 20 de octubre de 1805
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CRÓNICA DEL GRAN CONCURSO DE ESCOTES DE LA DUQUESA DE ALBA: O CÓMO UN PEZÓN CAMBIÓ EL CURSO DE LA HISTORIA
Por Don Hilarión de la Tremebunda Pluma (alias El Notario que vio demasiado)
Apreciado lector de moral flexible y apetito por el desvarío, si vuesa merced cree que un escote es solo tela y piel, nunca ha visto a la Duquesa de Alba competir contra un retrato de Goya. Relato aquí el Certamen de Descotes Reales, celebrado en su palacio, donde los pechos valían más que el patrimonio de Godoy... y casi provocan una guerra civil.
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ESCENA PRIMERA: LA ENTRADA DE LAS VALIENTES (Y LOS VALIENTOS DESMAYADOS)
La Duquesa de Alba recibió a sus invitados bajo un arco de rosas... y un cartel que rezaba: "Si no enseñáis más que el alma, ¡fuera!". El jurado lo formaban:
- Goya, con un cuaderno y ojos de "esto terminará en Capricho nº 99".
- Pedro Romero, midiendo escotes como si fuesen astados ("¡Más cornás da el hambre!").
- Un retrato de Carlos IV (por si acaso el rey quería opinar... desde El Escorial).
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LOS COMPETIDORES, QUE SANTA QUITERIA LOS AMPARE:
1. La Duquesa de Alba lució un vestido tan escotado que hasta el reloj de sol se ruborizó. Su lema: "Si no ves mi hígado, no es moda, es timidez".
2. Pepita Tudó, amante de Godoy, llegó con un corpiño "tan estridente que hizo ladrar a los perros-fraile de la Osuna". Sus joyas: "Préstamos de la Corona... con intereses".
3. María Luisa de Parma compitió por error (creyó que era un concurso de pasteles). Su escote, diseñado por Godoy, dejó ver una medalla de la Orden de Carlos III... y algo que juró era un lunar.
4. La Tirana presentó "escote dramático en tres actos", con plumas que ocultaban... ¿senos o almohadillas? El público lloró (de risa).
5. Doña Antoñita Leicon tropezó, derramó Jumilla sobre su pecho y gritó: "¡Es arte efímero!... Y se vende por diez reales".
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ESCENA SEGUNDA: EL DESASTRE EN DOS TIEMPOS (Y UN SUSPENSO)
El caos estalló cuando:
- La Duquesa de Osuna irrumpió con sus perros-fraile vestidos de obispos. Uno mordisqueó el escote de Pepita Tudó, quien aulló: "¡Más cuidado tiene Godoy con los tratados!".
- Moratín, horrorizado, gritó: "¡Esto viola las tres unidades: lugar, tiempo y decencia!". La Duquesa de Alba le respondió: "Querido, aquí la única unidad es la de mis... proporciones".
- El tito Andrés intentó inscribir a su loro disecado ("¡Tiene mejor escote que el Príncipe de la Paz!"). Al negárselo, el loro "resucitó" y voló hacia Godoy, gritando: "¡Viva el préstamo a Francia!".
- Goya, en éxtasis, pintó un boceto titulado "El sueño de la razón produce escotes", donde María Luisa aparecía como una medusa con corsé.
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CHISME MAYÚSCULO: EL PEZÓN QUE CONMOVIÓ AL REINO
En el clímax, la Duquesa de Alba se inclinó para recoger un abanico... y ¡Santo Domingo de la Calzada!, su seno izquierdo hizo acto de presencia. El salón enmudeció.
- Godoy tosió y murmuró: "Por España... y por lo que he visto, haría mil tratados".
- María Luisa chilló: "¡Eso es trampa! ¡Yo también tengo... eh... atributos!" (pero solo se le vio la medalla).
- Pedro Romero, profesional, declaró: "Un toro se arrodillaría ante tal valentía".
La Duquesa, serena, se cubrió y sentenció: "El arte no entiende de corpiños... ni de reinas envidiosas".
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POST DATA PARA MEMORIA HISTÓRICA:
- Ganadora: El escote de la Duquesa de Alba, aunque Fernando VII (escondido tras una cortina) votó por "el de la señora de las almohadillas".
- Gran perdedor: Moratín, quien juró escribir "El sí de los escotes... o cómo perder la gracia divina".
- Secreto mejor guardado: Los perros-fraile de Osuna escribieron un soneto anónimo... en latín macarrónico.
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EPÍLOGO DEL ESCRITOR
Si me preguntan "¿Qué aprendimos?", diré: Que un escote puede unir a Godoy y a un loro, que Moratín necesita más Jumilla, y que España sobrevive a todo... menos a la moda.
Queda de vuesa merced,
Don Hilarión de la Tremebunda Pluma (alias El que vio el pezón y vivió para contarlo).
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P.D.: Si ven a Carlos IV, díganle que su medalla está en... bueno, mejor no. Y si ven mi decoro, está en el mismo sitio que el presupuesto de Godoy: ¡Desaparecido!
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Nota histórica con Jumilla y peluca:
- La Duquesa de Alba fue musa de Goya, pero no hay pruebas de que su escote fuese arma diplomática... aunque debería.
- Los concursos de belleza en la época eran discretos; esto es pura licencia histórica (como las cuentas de Godoy).
- Carlos IV sí coleccionaba relojes... pero ninguno midió escotes reales.
- María Antonia de Nápoles murió al año siguiente... seguramente de vergüenza ajena.
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REFLEXIÓN PROFUNDA Y SINCERA
(Todo lo profunda que me permiten mis desvaríos)
"Del escote al selfie: ¿Avance o rebobinado de la frivolidad?"
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ENTONCES (1805): EL ESCOTE COMO ARMA POLÍTICA
En el Madrid de Carlos IV, mientras Napoleón planeaba invadir España, la aristocracia jugaba a esconder tratados tras los corsés. La Crónica del Gran Concurso de Escotes no es solo sátira: es un diagnóstico de una élite que prefería medir su poder en centímetros de piel antes que en proyectos de Estado. Goya pintaba monstruos; la Duquesa de Alba desafiaba tabúes; Godoy firmaba acuerdos con Francia... y con amantes. La moda era el opiáceo de un imperio en ruinas.
HOY (2025): EL LIKE COMO MONEDA DE CAMBIO
Mientras las democracias navegan crisis climáticas y guerras, el influencer de turno vende detox emocional en Ibiza. Los escotes se trasladaron a TikTok, donde un challenge de baile obtiene más atención que un discurso sobre desigualdad. Los "Godoy" modernos no roban medallas, pero sí subvenciones (y hasta NFT). La Duquesa de Alba tendría un canal de *makeup* titulado "Maquillando crisis existenciales", y Moratín, un hilo en Twitter quejándose de que "la cultura está muerta".
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COMPARANDO CAPRICHOS:
1. Frivolidad como distracción masiva
- 1805: El concurso de escotes desviaba la atención de la bancarrota real.
- 2025: Los trending topics sobre el vestido de una celebrity tapan noticias sobre inflación.
- Reflexión incómoda: ¿Somos más libres... o solo tenemos más espejos donde mirarnos?
2. Corrupción con estilo
- 1805: Godoy financiaba caprichos con fondos públicos ("préstamos de la Corona con intereses").
- 2025: Influencers promocionan casas de apuestas a adolescentes... tras firmar "contratos de transparencia".
- Frase para el espejo: "Antes robaban con carruajes; ahora, con sponsorships".
3. El arte como termómetro social
- 1805: Goya usaba Los Caprichos para denunciar la ignorancia.
- 2025: Banksy pinta ratas con mascarillas; TikTokers satirizan el capitalismo en videos de 15 segundos.
- Pregunta incómoda: ¿La sátira ha perdido profundidad... o solo hemos perdido paciencia para entenderla?
4. Moral de pega
- 1805: La Iglesia enviaba "perros-fraile" a morder escotes... mientras cobraba diezmos.
- 2025: Gurús del bienestar venden ayuno intermitente (en Ibiza, con brunch incluido).
- Ironía histórica: Antes se pecaba en latín; ahora, en inglés con acento de coach.
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¿QUÉ HEMOS APRENDIDO (O NO)?
La tecnología cambia; las pasiones humanas, no. El escote de 1805 y el selfie con filtro de 2025 cumplen la misma función: seducir, provocar y, sobre todo, distraer. La diferencia es que, antes, un pezón desencadenaba un escándalo de alcoba; hoy, un tweet malinterpretado genera una crisis diplomática. ¿Progreso?
LA GRAN INCÓGNITA:
Si Don Hilarión resucitase, ¿sería youtuber denunciando fake news o un troll financiado por bots? Quizás ambos. Porque, como él escribió: «La historia no se repite, pero rima... y a veces lo hace en spanglish y con errores de autocorrector».
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EPÍLOGO PARA (NO) DORMIR TRANQUILOS:
La próxima vez que un político hable de "valores" mientras posa con un reloj más caro que un hospital, o que un influencer venda "autenticidad" desde un yate alquilado, recordemos: el concurso de escotes nunca terminó. Solo cambiamos el palacio por Instagram... y a la Duquesa de Alba por un algoritmo.
¿Consuelo? Al menos ahora, cuando el mundo colapse, podremos twitearlo #EntreCrisisYSelfies.
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PD desde el futuro: Si Goya pintase hoy El sueño de la razón, no produciría monstruos, sino memes. Y, francamente, no sabemos qué da más miedo.
Y AHORA SÍ, FIN DE LA GACETILLA
¡Hasta siempre!
Pedrete Trigos + IA
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